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Taller Descubriéndome en mis emociones, basado en el Método Alba Emoting.

Sábado 4 y domingo 5 de febrero de 2017




“Maravillosa, tú y el taller, me encanto Alba Emoting, abrió una ventana de mi misma que no conocía, comencé a aprender a reconocer mis patrones corporales, que espero me ayuden a identificar las emociones que cada día estoy sintiendo y más aún me permitan ser más asertiva cuando me veo en vuelta por una emoción y así no tener que reprocharme a mí misma con frases como “por qué dije...”, “por qué no hice…”

Me hubiera encantado saber de esto hace mucho tiempo atrás, pero nunca es tarde, porque no solo es maravilloso identificar emociones en mí, sino que también en otros, de tal forma de poder ser más empática por ejemplo con mis hijos y amigos, así que este es un camino que quiero explorar y recorrer, este taller fue solo el principio para mí y espero que tú me ayudes a recorrerlo”

Ana María Moreno, 56 años, Ingeniero Comercial


“Para mi este taller es muy valioso ya que me permitió, en un espacio de mucha intimidad con otras personas y tu acompañamiento, experimentar conscientemente el trabajo de reconocer las emociones primarias, en resumen puedo reconocer que el taller me permitió:

- Tomar consciencia de un repertorio de emociones primarias que nos constituyen como seres humanos y que podemos reconocerlas y reproducirlas para nuestro bienestar.

- Reconocer con que emociones me es fácil conectarme y con cuales me cuesta más.

- También, entender u observarme algunos comportamiento en relación con otras personas y como hacerme cargo de ellas.

- Finalmente, decir que el reconocer las emociones primarias y usarlas de acuerdo a mis propósitos me da felicidad ya que me hace sentir que cada vez más tengo el control de mi vida”

Gastón Araya Rojas, 60 años, Ingeniero Civil Industrial


“El taller fue cálido con un excelente ambiente, se dio la información clara y necesaria para realizar los ejercicios, se dieron también espacios de expresión verbal donde se resolvían dudas, además el método Alba Emoting lo vivencie como una conexión directa y consciente con nuestro cuerpo, como nos relacionamos con nuestras emociones y con los demás, para mí fue trasparentar las emociones en su origen y naturalidad, por último y no menos importante, está la empatía y fuerte convicción de la facilitadora, Silvia logró trasmitir la importancia de esta conexión y acompaño a cada participante en sus procesos individuales y grupales, en general la experiencia fue nutritiva y cercana. Siento que es una excelente herramienta para la psicología clínica”

Alejandra Rodríguez Mendoza, 29 años, Psicóloga Magister en Clínica de adultos


“Para mí el taller significó refrescar mis conocimientos de Alba Emoting. Corregir algunas cosas que había olvidado y no estaba aplicando correctamente, y ver desde otra perspectiva la forma en que expreso mis emociones. Me di cuenta que la forma en que expresaba mis emociones antes de conocer el método, versus cómo las expreso ahora, han provocado un gran cambió en mí, ya que al expresarlas correctamente y de forma pura me han permitido evolucionar. Me desenvuelvo emocionalmente mejor y he madurado significativamente en cómo enfrento mis problemas y conflictos”

Nicole Martínez, 34 años, Ingeniera Civil


“Este taller me permitió descubrir un método eficaz y sumamente práctico para conectar con mis emociones de una manera más consiente o más “tangible” si se quiere. Personalmente siento que Alba Emoting tiene una aplicación real y casi inmediata a múltiples ámbitos de mi vida, ya sea en el plano individual como también mi relación con otros y el entorno.

Por otro lado, creo que tener al alcance un método que me ayuda a identificar la dimensión física/corporal (“tangible”) de las emociones y el rol modelador/catalizador que esta dimensión ejerce sobre ellas, tiene un tremendo potencial y que me podría ayudar a vivir mis emociones de una manera más activa, asertiva y constructiva.

Respecto a nuestra querida facilitadora, creo que Silvia es una excelente guía, que combina muy amorosamente empatía y paciencia con rigurosidad y profesionalismo, que supo crear el ambiente apropiado para el taller y que tiene un dominio profundo y acabado sobre el tema; la recomendaría sin reparos”

Deivis Garate, 37 años, Contador Auditor


“Para mí fue un lindo regalo el taller, sabiendo que me cuesta identificar y expresar mis emociones, sentí que pude al menos entender existen y que pueden confundirse unas con otras... Me dio una herramienta práctica para bajar o potenciar aquellas que se están viviendo en el momento... todavía trabajando ese tema de hacerlo seguido. Y la capacidad profesional tuya, es lo que me dejo realmente impresionado, no por qué lo dudará, sino porque en ese fin de semana, te vi reflexionar, guiar, contener, reír, regular los tiempos, preocuparte de cada uno, en esencia ser parte de lo que estabas enseñando. Sé que vendrán otros talleres, que sumarán a este, pero doy Gracias por ese regalo de amor que Me diste. Muchas gracias”

Pablo Rebolledo, 55 años, Orfebre


“Años atrás tuve la posibilidad de participar de un taller de características similares, a partir de eso pensé que la experiencia sería parecida y que no tendría mayores aprendizajes. Sin embargo, me sorprendí al hacer los patrones ya que me di cuenta de cuánto había cambiado en estos años, mi vivencia emocional era distinta con cada una de las emociones… fue como un registro emocional de mi cambio. Gracias por la nueva experiencia”.

Karina Nazar, 34 años, Psicóloga clínica.


“Primero te quiero agradecer por tu generosidad al haberme invitado a este taller tan distinto a las cosas que yo suelo hacer, porque el tránsito es completamente distinto... Yo suelo trabajar desde el alma para salir al cuerpo, pero en este taller trabajé desde el cuerpo para entrar al alma. Esa es una de las cosas que más me impresionó y me gustó. El cuerpo es nuestro templo, pero o bien lo cuidamos como tal sin establecer el puente con nosotros mismos o lo olvidamos por preocuparnos de lo que nos parece más trascendente. Con Alba Emoting, sentí que le daba la importancia que él merece... Es el medio a través del cual establecemos contacto hacia afuera, pero también hacia adentro.  Lo otro que me gustó mucho es que sentí que era un método que me daba permiso para ser humana, es decir, para sentir las emociones que nos hacen humanos, especialmente las que menos nos gustan, y no en el contexto de una consulta, sino en la vida. La falta de posibilidades de expresar las emociones en la sociedad es un tema que a mí siempre me ha impactado. De una u otra forma existe un discurso subliminal que nos prohíbe sentir tristeza, miedo o rabia... "¿Cómo puedes estar triste si lo tienes todo?"... ¿Y qué hacemos? Las anestesiamos... Tomamos antidepresivos, nos transformamos en compradores compulsivos, trabajamos en exceso para llenar el tiempo... Como sea evitamos estar solos, porque la soledad nos trae esas emociones que no queremos sentir. Es como en la novela Un mundo feliz en que solo te tomas el soma y eres "feliz" mientras dura el efecto. En el taller sí tenía permiso para sentirlas, las buenas y las malas, todas... Tenía permiso para dejarlas fluir conscientemente, haciéndome cargo de ellas, aceptándolas desde el alma y desde el cuerpo. Y eso es aceptarme como un ser humano... Como dice Nicanor Parra... "Un embutido de ángel y demonio".  Lo bueno es que la experiencia no se quedó solo en el taller y ahora lo puedo hacer todos los días, en todo lugar, en la vida misma que es como tiene que ser.

También hubo descubrimientos que me sorprendieron en relación a mí misma, es decir, salí del taller conociéndome más. Muchas veces nos dicen cosas sobre nosotros que las escuchamos, pero en realidad no las entendemos. Yo, por ejemplo, ahora entiendo que debo trabajar mi seriedad, mi gravedad, o que cuando me siento amenazada expreso el miedo como rabia.

Fue una experiencia muy enriquecedora, una herramienta más que usaré en mi camino de crecimiento. Muchas gracias por compartir tus conocimientos y por la motivación que le pusiste todo el tiempo, motivándonos a su vez a nosotros a mirarnos con ojos auténticos”.

Gloria Páez, 47 años, Profesora

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