top of page

La necesidad de liberación emocional

Actualizado: 3 sept 2018



Nuestras emociones son como una ola, que irrumpe para luego perderse en el mar. Tienen un ritmo y una fluidez que les es propia, acorde a su transitoriedad. Una emoción tiene movimiento, avanza, continúa y es coherente con el estímulo que la genera. Sin embargo, no siempre le permitimos este movimiento y, consciente o inconscientemente, las detenemos con el afán de no sentirlas, pero lejos de desaparecer como lo harían al continuar su ciclo, comienzan a quedarse “pegadas” en nosotros y a causarnos malestar y sufrimiento.


De este modo, esa ola que normalmente fluye se estanca, como en una represa. Comienza a acumular restos, microbios, basura, que hace que tome mal olor, que su color transparente se pierda y que su ritmo se altere. Así, luego de un tiempo (y no tanto tiempo) la ola emocional original se empieza a juntar con nuevas olas que van aumentando el caudal, como en una represa en la que sube y sube el nivel de agua, hasta que sin darnos cuenta, un día no sólo nos encontramos con emociones que “huelen a podrido” sino que con estados emocionales que se han vuelto nocivos.


Así, la emoción comienza a cargase de otras emociones y ya no responde sólo al estímulo que la originó, sino que incorpora múltiples significados, historias y experiencias previas, estímulos que originalmente quizás dieron origen a otras emociones. Se van volviendo cada vez más grandes, adquieren más fuerza y presionan con más intensidad por poder seguir su curso.


De pronto, este cúmulo de olas, de tanto golpear los bordes de la represa pidiendo una vía de escape por la que retomar su fluir normal, ha comenzado a corroer los muros, descascararlos, soltar algunas de sus partes, mancharlos e incluso infectarlos y nuestras emociones, de tanto luchar por ser vistas y escuchadas, por poder expresarse y fluir, han comenzado a generar sentimientos crónicos de malestar, con los que llegamos incluso a identificarnos (desgano, depresión, ansiedad, fobias), molestias físicas (presión en el pecho, arritmias, dolores lumbares, músculos tensos) e incluso han llegado a enfermarnos, debilitando nuestras defensas o simplemente dañando nuestros órganos (en enfermedades psicosomáticas, cáncer, etc).


Finalmente, de tanto acumularse, un día la represa (nuestra mente y nuestro cuerpo) no aguantan más y colapsa, manifestando todas las consecuencias que han significado el intentar contenerlas o, simplemente, encontrando un camino para continuar su curso. Lamentablemente, esto ocurre ya sin nuestro control, porque no es voluntario, expresando estas emociones en momentos, contextos o con personas que no corresponden, manifestando ya no la emoción original sino que emociones cargadas de todo lo que se ha acumulado por mucho tiempo, causando daño y devastación al inundar todo lo que nos rodea. Peor aún, causando también daño en nuestro interior, dejando huellas que ya no será tan fácil borrar, porque hemos quedado heridos de tanto esfuerzo por mantener en silencio, quieto, algo que necesita ser expresado, liberado.


Te invito a reflexionar acerca de tu forma de vivir tus emociones. Pregúntate si tus emociones fluyen o hay algunas que quedan contenidas y que se están estancando.

Quizás estas preguntas puedan ayudarte a identificar distintas formas de detener el fluir natural de las emociones (y si se te ocurren otras, te invito a comentarlas). Tómate un momento para intentar detectar en qué áreas tienes más dificultad, de modo que puedas hacerte cargo de ello.


¿Será que te cuesta identificar que estás experimentando emociones? Es decir, ¿usualmente crees que un determinado hecho o situación no ha provocado una respuesta emocional en ti? (lo que resulta imposible).

¿Estará la dificultad relacionada con tu capacidad de nombrar correctamente lo que sientes, es decir para ponerle el nombre a la emoción, discriminando entre distintos estados emocionales? Quizás tiendes a confundir un estado emocional con otro, ya sea porque has aprendido a camuflarlo o distorsionarlo, porque te incomoda o, simplemente, porque no crees que será bien acogido.

¿Habrás bloqueado alguna emoción en específico, inhibiéndola en tu interior, como si pudiéramos voluntariamente dejar de sentir una emoción determinada sin que eso tenga efectos negativos en nuestro desarrollo? Las emociones básicas de ternura, erotismo, miedo, rabia, alegría y tristeza tienen una función evolutiva para nuestra especie, como ya he comentado en artículos anteriores.

¿O será acaso que identificas correctamente la emoción que estás viviendo, pero no permites su correlato corporal, inhibiendo su expresión?


Chequea: ¿Qué emociones no me permito usualmente?, ¿En qué emociones me pillo con frecuencia?, ¿Cómo se manifiesta la rabia, el miedo y la tristeza en mi cuerpo y en mi interacción con otros?, ¿Habrá alguna emoción bloqueada o contenida tras ese dolor físico que estoy sintiendo?


¡Te invito a reflexionar y a cuidar tu salud física y psicológica desde la forma en que vives tus emociones!


67 visualizaciones0 comentarios

Entradas Recientes

Ver todo
bottom of page