Hacemos listas para no olvidar lo que necesitamos o podemos llegar a necesitar en las vacaciones. Probablemente, si tienes hijos, andas con un chaleco y una polera extra en su bolso de pañales, por si hace calor o se pone el día frío. Yo escribo en un muro de mi cocina las cosas que se van terminando para comprarlas la próxima vez que vaya al supermercado. Estamos acostumbrados a pensar en los posibles escenarios de nuestra vida cotidiana para prever posibles dificultades y adelantarnos en tener soluciones alternativas.
Sin embargo, cuando sabemos que vamos a vivir un día difícil no escribimos en el muro de la cocina y olvidamos preparar nuestra mochila emocional con aquello que necesitamos para ayudar a sortear de mejor manera aquel hito o día difícil.
El aniversario del fallecimiento de nuestro amigo o familiar, la conversación en que terminaremos la relación de pareja en que estamos, esa reunión de trabajo que sabemos que suele resultar tensa y compleja, el fin de nuestras vacaciones, el regreso al trabajo después del post natal, etc.
Al igual que en los ejemplos cotidianos del comienzo, podemos hacer uso de la capacidad humana de prever y prepararnos para esos momentos difíciles. Por eso, te propongo que la próxima vez que te toque vivir uno de esos días o situaciones para el olvido te preguntes dos cosas que te ayudarán a vivirla de manera saludable (entendiendo por ello, pudiendo aceptar la emoción que traigan asociada sin quedarte pegado en ella).
Primero, pregúntate qué podrías hacer para ayudarte a sentir la emoción que usualmente trae consigo la situación. Es decir, cómo podrías permitirte sentir lo que esa situación despierta sin evadir esa emoción.
Segundo, piensa en qué podrías hacer para ayudarte a salir de esa emoción, permitiendo que siga su curso normal y que no se quede atascada en tu interior.
Por ejemplo, ante la proximidad de un evento que te generará mucha tristeza, como podría ser terminar la relación con tu pareja de hace años, prevé cómo podrías ayudarte a experimentar esa tristeza de manera saludable, sin negarla ni ocultarla sino que simplemente permitiéndote expresarla de manera adecuada, sacándola y no guardándola, en una expresión liberadora y no conteniéndola angustiosamente por miedo a sufrir demasiado o a quedarte pegado en esa tristeza.
Podrías por ejemplo, proponerte hablarle a tu pareja de lo triste que es para ti tomar esa decisión y llorar juntos, darte un espacio de soledad al día siguiente que te permita estar triste sin presiones de tercero porque “pronto se pasará” o porque “sabias que es la mejor decisión”. Podrías hacerlo en un día y horario en que sepas que luego podrás tener tiempo para ti y que no debes partir a poner cara de póker al trabajo o donde sea, podrías incluso escribir acerca de cómo te sientes y lo que extrañarás de tu pareja.
Luego, podrías definir algunos pasos que te ayuden a salir de esta tristeza y no quedarte alimentándola. Podría ser, llamar a una amiga antes de la ruptura y contarle tus planes para que pueda ir a verte al día siguiente, definir algunos panoramas o tareas que te ayuden a retomar tus actividades y no quedarte acostado llorando (como ir a hacer las compras que necesitas para tu casa, juntarte con algún amigo, ir al gimnasio por la mañana) o, al escribir acerca de cómo te sientes, terminar escribiendo acerca de por qué, pese a la tristeza, tomaste esa decisión como la más saludable para ti, etc.
Recuerda que también puedes tomar nota mental de los elementos de mantención y de cambio de tu estado emocional, es decir de aquellas acciones en las que no debes caer porque contribuyen a evadir la emoción o a alimentarla, como por ejemplo, irte a una fiesta después de la ruptura o quedarte acostado viendo fotos de sus vacaciones juntos durante todo el fin de semana.
En otras palabras, te invito a aprender a cuidar de tu salud emocional, para que así como somos capaces de prever y tomar medidas para diversos escenarios de nuestra cotidianidad, también podamos prever y tomar medidas que nos ayuden a darnos el espacio para sentir esa pena, rabia, miedo o malestar asociado a cualquier situación que las gatille pero sin alimentar su permanencia sino que acompañándolo de medidas que también te ayuden a salir de esa emoción de manera saludable.
¿Qué medidas puedo tomar que me ayuden a darme el espacio para sentir lo que sé que sentiré?
¿Qué medidas puedo tomar que me permitan ayudarme a mí mismo(a) a encausar esa emoción y no quedarme pegado en ella?
Recuerda que si solo nos preguntamos por cómo evitar la emoción realmente no le estamos dando alivio sino que solo la ocultamos y le permitimos crecer en nuestro interior, para que crezca dañándonos solapadamente. Mientras que si permitimos la expresión de nuestras emociones incómodas, esa emoción desaparecerá antes de lo que imaginabas, porque podrá continuar con su curso normal y pasajero.
Anímate a intentarlo y a contarme cómo te va. Y si tienes dudas, recuerda que puedes escribirme a través del formulario de contacto o a contacto@silviafilippi.cl. Feliz trataré de aclararlas.
¡Buena suerte con tu autocuidado emocional de esta semana!
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