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Los personajes de mi obra de teatro



Seguramente te ha ocurrido muchas veces arrepentirte de algún comentario que hiciste y que no fue en el mejor momento o de la forma más adecuada, o de haberte ofrecido a hacer algo cuando te juraste que no te ofrecerías. Quizás incluso te has pillado triste por una broma con la que no pudiste reír, cuestionado por una simple pregunta o pensando y sintiendo cosas contradictorias respecto de algo o alguien en distintos momentos, es decir te has sorprendido de tus propias reacciones, estados de ánimo e incluso pensamientos. Me resulta fácil con mis pacientes acudir a la siguiente analogía para explicar por qué ocurre esto:


Lo que le mostramos al mundo, nuestras reacciones, nuestras respuestas verbales y no verbales, nuestro modo de ser, se asemeja a un gran escenario. Los actores que le dan vida, son las distintas partes de nosotros mismos que habitan en nuestro interior y que esperan su turno, apoderándose de nosotros cuando son llamados a escena. El entorno en el que nos desenvolvemos, las circunstancias o situaciones y las personas con que interactuamos corresponden a nuestro público, el que además es nuestro director, que con sus reacciones y estados de ánimo, con lo que nos dicen o hacen a nuestro alrededor despierta ciertos personajes de nuestro elenco, que hemos ido acumulando con los años, y que están ansiosos de aparecer bajo las luces del escenario.


Así por ejemplo, cuando somos agresivos ante una determinada persona, lo que ocurre es que algo de la vida, de las circunstancias, ha despertado al personaje que encarna este rol tras bambalinas (en nuestro mundo interior) y lo ha llamado al escenario (a actuar y responder a las circunstancias). Así mismo, cuando nos sentimos poco cuidados o queridos, rápidamente nuestro niño interno aparece demandando atención y cariño.


El problema está en que no nos damos cuenta con la rapidez que vamos alternando en las diferentes partes que habitan en nuestro mundo interno, y así, nuestro niño, nuestro crítico e incluso nuestro sabio interior comienzan a desarrollar su papel sin que siquiera nos demos cuenta. ¿Cuál es el problema?, que muchas veces la vida, nuestro director, llama a escena personajes o partes que no tienen respuestas adecuadas a las circunstancias, porque responden desde patrones de conducta previos, aprendidos es decir, que reaccionan ante estímulos que inconscientemente están anclados a nuestra historia de vida pero no necesariamente a nuestra realidad actual.


Pregúntate, ¿qué parte de mi está siendo llamada a escena al leer este artículo?, ¿se activó mi crítico interno cuestionándome con mirada desafiante si seré yo una de estas personas que se atreve a cometer esta terrible falta?, ¿o será mi sabio interior que es capaz de mirarme con ternura y aceptar que necesito ser más consciente de lo que despiertan en mi las diferentes situaciones a las que me enfrento?


Nos encanta pensar que nosotros somos nuestro propio director, pero la verdad es que para lograr que esto ocurra tendríamos que estar 100% conscientes de lo que sucede en nuestra mente y eso es imposible. Nuestra mejor aspiración podría ser una especie de co-dirección, en la que seamos capaces de reconocer los llamados a escena que hacen de nuestros distintos personajes los diferentes directores de nuestra gran obra de teatro, para ofrecerles una alternativa o al menos estar conscientes de qué personaje es el que está en el escenario y cuáles los que esperan tras bambalinas, ansiosos de una causa que les permita mostrarse.


El desafío está en aprender a conocernos a nosotros mismos y a leer lo que las situaciones que enfrentamos despiertan de nosotros, para que el personaje no se apodere del escenario sino que se desenvuelva de manera libre y responsable, cuando le corresponde. No vaya a ser que mi defensora interna salga a escena cuando alguien me está dando un consejo amigable o que mi crítico me torture cuando cometa un pequeño error, simplemente porque alguna vez aprendí que equivocarse me hace menos digno/a de cariño o aprobación.


¿Cuáles son los personajes que comúnmente son llamados a escena en tu vida?

¿A qué partes de ti necesitas darles un papel más protagónico?

¿Qué partes de ti son llamadas a escena con facilidad con tal o tal persona?

Los invito a reflexionar.


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