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No quiero seguir feliz



En mi artículo acerca de la Procrastinación emocional les hablé de lo común que es que posterguemos nuestras emociones, sobre todo las que nos desagradan, porque creemos que son negativas, es decir porque no hemos aprendido su función adaptativa en nuestro desarrollo y desenvolvimiento cotidiano. Sin embargo hoy les quiero hablar de otra forma de procrastinación emocional, más difícil de entender, que tiene que ver con la postergación de aquellas emociones que nos causan placer.

Aunque suene extraño, esta tendencia que tenemos los seres humanos (me atrevería a decir que todos los seres humanos) de no asumir la responsabilidad y deberes del propio bienestar emocional nos lleva a perder energía, estancarnos en estados emocionales desagradables, teñir nuestras percepciones del mundo y de quienes nos rodean, y por tanto, también de las situaciones que enfrentamos cotidianamente en nuestras vidas. Sumado a ello, tendemos a atribuir el consiguiente malestar que esto significa, a las circunstancias, la mala suerte o la falta de oportunidades, desmereciendo nuestra propia capacidad de aumentar nuestros niveles de bienestar y felicidad.

Para hacerlo más claro, te invito a hacer el siguiente ejercicio:

  • Piensa en alguna situación o hecho que estés viviendo o hayas vivido recientemente y en la que te hayas sentido muy a gusto. No importa si no logras identificar con claridad qué emoción es la que tienes, sino que basta con que puedas seleccionar un hecho o situación que te esté generando una sensación cómoda, positiva.

  • Ahora verbaliza en voz alta aquella situación, realizando una descripción objetiva de lo que sucede. Como si la estuviera relatando alguien que no sabe lo que piensan o sienten los involucrados.

  • Finalmente revisa: ¿Qué medidas he tomado para seguir sintiéndome así?. ¿Qué actos o pensamientos estoy realizando/teniendo o he dejado de realizar/tener que impiden que me siga sintiendo como lo hago?

Puedes hacer lo mismo con una situación negativa que estés viviendo. Identifícala, descríbela objetivamente en voz alta y pregúntate ¿Qué medidas he tomado para dejar de sentirme así? y ¿qué actos o pensamientos estoy realizando/teniendo o he dejado de realizar/tener que contribuyen a que me siga sintiendo como lo hago?

En este ejercicio puedes observar cómo nuestros estados de bienestar y felicidad están relacionados no sólo con el manejo de nuestras emociones o vivencias “negativas” (nótese que hablo de manejo y no de evitación) sino que también con la generación y mantención de emociones o vivencias “positivas”, lo que solemos olvidar.

En otras palabras, se evidencia nuestra tendencia a descuidar nuestras emociones, a postergar nuestro autocuidado y a delegar nuestra felicidad a elementos que no podemos controlar (otros, karma, etc.) pero olvidamos (¡qué cómodo!) que somos nosotros mismos quienes tenemos la primera responsabilidad en relación a nuestra salud mental/emocional y circunstancias de vida (y con esto no quiero desentenderme de que efectivamente, las oportunidades, la buena suerte y muchos otros aspectos influyen y muchas veces determinan nuestro sentir, pero es nuestra tarea el hacernos cargo de ese sentir).

Después de realizar el ejercicio al que te invité parece más clara la existencia de Elementos de Mantención y Elementos de Cambio de nuestros estados emocionales, que no dependen necesariamente de factores externos sino de nosotros mismos. De este modo es posible pensar frente a una situación negativa pero también a una positiva ¿qué contribuye a que continúe en esta emoción? y ¿qué contribuye a salir de ella?, de modo de identificar pequeños pasos que se puedan dar (que puedes tú dar) para, de este modo, asumir tu propia responsabilidad en la mantención de tus estados emocionales y así cultivar un adecuado autocuidado emocional.

Por ejemplo ante la situación “me sentí feliz cuando fui a bailar con X persona”, puedo meterme a baile entretenido, poner una fotografía de ese día en un lugar visible que me ponga en contacto con esa sensación, etc. (ejemplos de Elementos de Mantención de estados positivos) en vez de no volver a pensar en ese momento o quedarme pasivamente a la espera de que esa persona vuelva a contactarme (ejemplo de Elemento de Cambio, pues contribuyen al olvido de la sensación positiva).

Así mismo, ante la situación “discutí con mi pololo” podría generar una conversación en vez de dejar pasar más horas sin hablarnos, buscar un ejemplo para ayudarle a entender mi punto de vista, etc. (ejemplos de Elementos de Cambio que permitirían superar los sentimientos de malestar), en vez de seguir repasando la situación en mi mente una y mil veces o seguir creando fantasías en las que le digo las cosas de manera más hiriente o pesada (ejemplos de Elementos de Mantención que me hacen seguir enojada o incluso aumentan mi malestar).

Haz el intento. Identifica en tu vida, en las distintas situaciones, los Elementos mantenedores (que contribuyen a preservar un estado emocional) y los Elementos de cambio (que contribuyen a salir de un estado emocional) de tus estados negativos y positivos, y preocúpate de poner tu energía en mantener aquellos elementos que te ayudan y eliminar aquellos que sólo deterioran tu autocuidado emocional.

¡Anímate a intentarlo!


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