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Me carga eso de ti(mi)



La primera vez que escuche o leí acerca de este tema me dio mucha rabia. No recuerdo si alguien me contó acerca de esto o si lo leí en algún libro de psicología. Parece que tanto me molesto la idea de que lo que nos molesta de los otros usualmente activa algo que nos molesta de nosotros mismos, que ni siquiera recuerdo en qué contexto apareció esta idea.

Si. Con el paso de los años me he dado cuenta de que parece que es verdad. Ya que aquello que en general me disgusta de quienes me rodean suelen ser cosas con las que, de fondo, me siento identificada o, que de una u otra manera, me confrontan con aspectos de mí con los que no me siento a gusto, por lo que me generan un profundo malestar.


Ejemplos podría dar muchos pero quizás ninguno de ellos sería uno con el que realmente tú te identifiques, así que te propongo que tú pienses en aquellas cosas que usualmente te disgustan de alguien a quien tú conozcas.


Escoge primero una persona en particular y piensa qué de esa persona usualmente te molesta, te desagrada o te saca roncha. Una vez que hayas identificado a esa persona y aquellas características que generalmente te disgustan observa con honestidad, sin prejuicios, si acaso hay situaciones en las que tú muestres esa característica en particular o si han habido oportunidades en las que quizás otras personas te hayan señalado su malestar frente a esta característica en ti. También puede ser que no necesariamente tengas esa misma característica pero que cuando alguien la presenta en ti se activen pensamientos o emociones poco agradables.


Por ejemplo, hay a quienes suele molestarle mucho las personas que tienden a hablar excesivamente acerca de sus competencias o habilidades. Suelen caer en descalificarlas por hacerlo, o burlarse de que “son egocéntricas”, “muy yo yo” o lo que sea. Sin embargo, usualmente esto sucede ya que cuando esa persona comienza a hablar de sí mismo, de lo bien que le está yendo en su trabajo, de lo excelente que es su pareja, lo mucho que se divierte con sus amigos, o de sus últimos logros, comienza a aparecer una fuerte sensación de inseguridad, acompañada de sentimientos incomodos, como el miedo, ante pensamientos acerca de nuestras propias capacidades y competencias, que pueden llevarte incluso a sentir un poco tonta.


Así mismo, hay quienes se incomodan ante personas que tienden a no asumir las tareas que deben hacer o de las que les asignan cuando se reparten responsabilidades. Si esto te sucede, quizás sea porque de fondo te molesta profundamente tu propia dificultad para delegar tareas o asumirlas más relajadamente, porque tiendes a sentirse a cargo, responsable o indispensable con facilidad. Porque sueles hacerte cargo aunque no sea necesario, por temor a que el otro falle, por falta de confianza o, simplemente, por tu dificultad para respetar los tiempos de los otros que pueden no ser los mismos que los tuyos. Quizás incluso, has aprendido a lo largo de tu vida a hacerte cargo “porque si no nadie lo hace”, manteniendo y reproduciendo en los otros la posibilidad de no asumir sus responsabilidades, porque saben que finalmente tú te harás cargo.


Una vez que hayas identificado qué características de otros son las que suelen generar molestia en ti y cómo, quizás, esto te confronta con aspectos de ti mismo que te molestan, te será mucho más fácil el poder evitar discusiones o malos ratos atribuidos a errores o características de terceros.


Porque pucha que es fácil, aun cuando nos significa un profundo malestar, delegar la responsabilidad de nuestros estados emocionales desagradables a otros. Qué fácil es proyectar en otros la causa de aquello que nos origina displacer y qué difícil es responsabilizarnos de lo que a nosotros concierne en cuanto a nuestro propio bienestar y felicidad.


¡Claro!, porque es duro aceptar que, muchas veces, hemos sido nosotros mismos los que hemos mantenido las condiciones óptimas para que nuestras penas, dolores y temores se mantengan.


Verás que una vez que logres identificar que esto te ocurre, porque a todos nos ocurre en mayor o menor medida, te será más fácil poder hacerte cargo de estas características. ¿Cómo?, dialogando con ellas, con aquellas partes de ti que se activan generando incomodidad, molestia, tristeza o rabia y aceptando su presencia. Esta vez, en conocimiento de que su origen no está en el otro sino en ti mismo y, por ende, que está en tus manos escuchar por qué se activa este malestar y qué es lo que necesita decirte, de modo que puedas buscar una forma de ayudarlo a calmarse.


Te aseguro que descubrirás más cosas de ti mismo(a) de las que imaginabas, una vez que te atrevas a escuchar esa voz interior que te manda esa señal de malestar para capturar tu atención pidiendo ayuda.


¡Estás a tiempo! Hazte cargo de tu malestar.


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